Su gran faro es todo un símbolo de lo que representa esta cooperativa en mitad de nuestro mar de plástico. Ilumina. Orienta.
Me llamaba esta semana su presidente, José Antonio Baños, para decirme que iban a conmemorar con los socios y sus familias el próximo 4 de octubre su 40 aniversario ofreciendo un almuerzo, en el que también se distinguiría a los socios más antiguos, que sobrepasan la veintena. Pero aunque me echó el teléfono a mitad de semana no he podido acercarme a la cooperativa hasta ayer sábado, día en el que los lineales estaban parados y había un movimiento menor. ¡Ya habrá ocasión de pasarse más adelante cuando la campaña gane en volumen! Y así Ana retratará en imágenes esa novedosa línea de pimientos picantes de Ejidomar o esa negra sin pepitas, sandía Premium de su propia marca, cuando llegue la primavera. Entonces, cuando todo sea un frenesí en pleno ejercicio, volveremos a publicar otro post.
Mientras tanto, nos quedamos con ese café que ayer tomamos Ana y yo con José Antonio y con los comerciales Rafael Roldán y Ernesto González en el bar de la cooperativa. Un local renovado, regentado por Antonio e Isabel, donde nos sirvieron una magnífica tostada de pan de verdad con aceite de oliva y tomate.
Luego se nos unió el gerente Alejandro Cano, que aparece en una de las instantáneas bajo el gran cartel anunciador del cumpleaños de la comercializadora. Lo colgaron en la fachada este viernes por la tarde y ahí estará varios meses recordando que éste es año de celebración.
Los de mi quinta siempre hemos conocido Ejidomar. No conozco un pasado anterior en el que no ondease dicha enseña en El Ejido. Cuando entrabas hacia el centro del pueblo desde el barrio de Santo Domingo era lo primero con lo que se topaba el conductor. Esas antiguas instalaciones hoy día acogen a la policía local y a la concejalía de Servicios Sociales. En la actualidad y desde septiembre de 2004 Ejidomar luce unas modernas e impresionantes instalaciones en la carretera de Almerimar. Almacén de frutas y hortalizas, almacén de insumos, gasolinera para socios y una gran explanada baldía para futuros desarrollos. Y es que Ejidomar sigue creciendo, sin hacer ruido mediático, prueba de ello es que en solo unos pocos días en septiembre ha tenido una docena de altas de nuevos socios. Además en esa línea para incentivar la llegada de agricultores esta campaña ha rebajado las condiciones y se les aplicará una retención de solo el 5%.
Pero Ejidomar, más allá de un volumen de 36 millones de kilos y 140 socios, es sobre todo sentimiento de pertenencia. “Otras empresas tienen muchas marcas, pero Ejidomar solo tiene una, la suya”, me comentaba Antonio Baños, quien fuera trabajador de la cooperativa hace muchos años y con quien coincidí en los pasillos después del café. Antonio es profesional autónomo, un freelance del sector.
40 años dan para mucho. Desde sus inicios – cuando un grupo de agricultores que llevaban a las subastas decidieron juntarse contratando un comercial para vender su propio género – hasta ahora – cuando la cooperativa atraviesa por un momento dulce, sereno y de moderado crecimiento – mucho ha llovido. En estas cuatro décadas de vida la comercializadora ejidense ha sufrido varias escisiones de socios que se marcharon para crear sus propias empresas con suertes muy dispares en unos casos y otros. Pese a todos esos vendavales, Ejidomar ahí sigue año tras año. Socios de padres a hijos, e incluso algunos de los que se fueron han regresado, aunque son los menos. Ejidomar mantiene sus puertas abiertas a todos los que sienten sus colores. Antiguos hinchas y nuevos aficionados.
En la recepción encontré a Amparo Escrivá, que es la voz de Ejidomar. Quien atiende al otro lado del teléfono. Me comentó que va para 33 años en la cooperativa. Y le pregunté lo más sencillo. “¿Qué es Ejidomar para ti?”. Y contestó: “Mi casa”.
Mientras hablaba con ella observa atentamente la conversación Miguel Hernández. Me explicó a continuación que él lleva 38 años. Lo miré sorprendido. En una empresa con 40 años de existencia hay un trabajador que suma en ella los mismos años que tengo yo de vida. Me costó trabajo asimilarlo. Así que le interpelé lo mismo que a Amparo: “¿Qué es Ejidomar?”. “Es mi vida”, respondió sin añadir más detalles. No hacía falta (…).
Miguel Hernández ha sido de todo en la cooperativa menos gerente y presidente. Empezó en el almacén de suministros, siguió como jefe de líneas, más tarde fue jefe de almacén, salidas y actualmente desarrolla tareas de comercial. En las grandes multinacionales a esto lo llaman promoción interna.
Una cooperativa saneada
Al presidente, José Antonio Baños, le pedí que me resumiera en un solo mensaje la radiografía actual de la empresa. Al estilo de los espacios informativos de televisión y radio en los que en pocos segundos hay que sintetizar una o dos ideas clave. “Somos una empresa saneada, ahí están los informes de las entidades financieras que reflejan nuestros números; la infraestructura e instalaciones están prácticamente pagadas, así que estamos tranquilos, es una noticia muy buena”, subrayó el presidente.
Así que solo hace falta que la campaña venga bien para vender ese pimiento california en sus cuatro colores, el Palermo, el sweet bite y la rama de picantes (que incluye habaneros y jalapeños), el pepino tipo Almería, la berenjena negra, el calabacín verde, el melón galia y amarillo o su sandía gourmet sin semillas. Eso ya será otra batalla, y ya van 40. ¡Felicidades!