Se te queda cara de tonto cuando entras en el Poniente almeriense por la autovía del Mediterráneo, después de dos días fuera, y te encuentras de frente un sol que pica. Sabes que es la calma después de la tormenta. Y tienes un blog que habla de agricultura intensiva, sabes que tu último post ha sido sobre la producción de Holanda y que el siguiente que vas a lanzar es sobre la comercialización holandesa. Pero lo paras. Por decencia y respeto con las familias de agricultores que han perdido su invernadero o su cosecha en las últimas horas. Por los afectados a los que la tromba de agua ha puesto contra las cuerdas antes incluso de empezar la campaña en Almería. Personas a las que les toca sufrir y de las que nadie se acordará cuando pasen unos pocos días y las noticias hablen de otras cosas.
Vengo de Valencia, me he perdido un par de días por sus caminos rurales, todos asfaltados y limpios, al menos aquellos por los que he cruzado en pueblos como Alfauir o Rótova, rondando la comarca de la Safor. Allí me he tropezado y perdido por auténticos vergeles de naranjos y más naranjos, aunque en los últimos años ha proliferado mucho el caqui, como cultivo alternativo al cítrico. Y me gustaría contaros cómo se afronta ya el inicio de campaña citrícola, a un mes de recoger las primeras naranjas. En el sur de la provincia de Alicante observé algunos frutos con color, pero en la vecina Valencia solo vi verdeo. Hileras de árboles esperando el arranque de su año agrícola. Pero solo os dejará algunas fotos de esta escapada agrícola. Y postergaré a otro momento un análisis más en detalle. Solo añadir que mientras en la Comunidad Valenciana el agua ha contribuido a un mayor engorde de los frutos (de ahí la referencia en el titular al agua de mayo), en cambio en Almería y Granada ha provocado grandes daños materiales e incluso personales por desgracia en la granadina localidad de Albuñol.
Y es que tras ver las fotos de Coag y Asaja de los destrozos ocurridos, sobre todo en Adra y en menor medida en algunos núcleos de El Ejido, como Balerma, el cuerpo me pide escribir poco. Ante la desgracia ajena a veces pienso que las palabras se convierten en clichés y que todo se transforma en un circo, ejemplo es el vecino que sale a la calle con su móvil para grabar cómo el agua se lleva calle abajo a una docena de coches (y a tres camioncillos de agricultores). Queremos grabar esa desgracia para luego compartirla en redes sociales, Facebook o YouTube. Incluso vi a ese vecino cómo ponía su vida en peligro para hacer la grabación con su móvil. Y lo vi porque a su vez había una vecina grabando la escena desde el balcón de su casa. Y todo eso después se ha volcado en Internet para convertirse en un contenido viral que se replica una y otra vez entre miles de curiosos. ¿Es la sociedad de la información o algo más pernicioso?
Instantáneas que también me han llegado por whatsApp o a través del Facebook firmadas por algunos lectores. Uno de ellos me ha enviado las siguientes dos imágenes de su finca de pimiento california, totalmente inundada. Este mismo agricultor ya sufrió hace unos meses los efectos del granizo. Su explotación está en San Agustín (El Ejido), una zona doblemente castigada.
Y a continuación otra fotografía de la violencia del agua en la costa de Granada.
No voy a poner más fotos. Se me queda mal cuerpo con todo esto. Solo desear, de corazón, que los afectados en la costa almeriense y granadina puedan tener la ayuda necesaria de las autoridades para recobrar su vida lo antes posible. El asunto toca ahora a la puerta de los políticos y de las Administraciones, incluso la europea. Un abrazo fraternal a los que se han llevado la peor parte.