Diego Pastor era un empresario del mundo de la construcción de la Comunidad Valenciana. Antes. Ahora ha cambiado el ladrillo por el tomate. Rodeado de naranjos se levanta su invernadero de arco de 5.000 metros cuadrados. Es el único que hay en la zona norte de la provincia de Valencia.
Dice que si le va bien este primer cultivo bajo plástico, más adelante lo llevará a la calle. Es algo que me llama poderosamente la atención cada vez que salgo de Almería para conocer otros modos de producción: la insistencia de trasladar al aire libre lo que está bien cuidado bajo abrigo. Siempre he dicho que soy un defensor de los invernaderos. Un defensor convencido. A nadie se le ocurriría vivir en la calle pudiendo habitar un piso o una casa. ¿Acaso a las plantas no les ocurre lo mismo? En el invernadero se las mima, se las protege de las inclemencias meteorológicas, también del ataque de plagas y se las cría en condiciones óptimas. A veces ideales. Así que la propensión a la calle se debe a razones de índole estética, incluso cultural. Sin olvidar los rendimientos, ya que la productividad en el cultivo bajo abrigo es bastante superior a aquella en la que la planta está desprotegida.
Dicho esto, os paso a mostrar algunas imágenes de esta pequeña explotación que viene a ser una isla blanca en mitad de un océano verde de clementinas y naranjas.
Pastor hizo el trasplante a mediados de septiembre, comenzó la recolección en diciembre y espera llegar hasta el mes de abril-mayo.
El tomate es de la tipología corazón de buey, muy apreciada en las regiones de la cornisa cantábrica, como Galicia. Sin embargo, los tomates de esta explotación miran más a Europa. Diego Pastor los produce y Vicente Bayona (en la imagen inferior) es quien los comercializa a través de su empresa, Bayer Overseas.
Comento que viajan fuera de España, sobre todo a Francia y Suiza, porque Bayona es un exportador nato.
Vicente me explica que esta finca de tomate es un ensayo. Si el cultivo sale bien durante esta primera campaña, la idea es ir ampliando desde la media hectárea actual hasta llegar a las diez hectáreas en los próximos cinco años. Añade que este proyecto quiere hacerlo “con variedades autóctonas, no con híbridos”.
Vicente ya trabaja desde hace cuatro años con un productor almeriense que le ha estado suministrando desde Adra esta tipología de tomate, y a partir de ahora desde Campohermoso. Su proveedor de Almería cultiva trece hectáreas, entre corazón de buey y tomate de coser. Ése del pan tumaca. Y volvemos a lo de siempre. La mayor parte del tomate que los catalanes usan para restregar el pan con aceite no proviene de Cataluña. Sencillamente porque no hay suficientes tomates allí para satisfacer la demanda local.