El cultivo de tilapia en invernadero. Peces y tomates. NGS y Biosabor

Guadalupe López y Luis Suanzes

Este pasado jueves la escuela agraria Campomar y el Centro Tecnológico Tecnova celebraban conjuntamente una interesantísima jornada explicando cómo es posible el cultivo de peces (tilapias) en invernaderos. No es ninguna quimera, sino una realidad en la que ya trabajan empresas almerienses como Biosabor y NGS.

Profe con alumno

Los estudiantes de 2º curso de Campomar llevan desde el inicio de curso analizando este mercado, su viabilidad económica, su comercialización y los condicionantes agronómicos y técnicos necesarios para hacer rentable esta iniciativa. “La tilapia se paga en Madrid y Barcelona a 10 euros el kilo, precio superior al de la dorada o la lubina, y su consumo está creciendo”, describía el alumno José Antonio Quintana.

José Antonio Quintana

El coste de producir un kilo de tilapia en invernadero es de unos 3,5 kilos, y el precio de venta a la distribución se estima en unos 6 euros, con lo cual queda un beneficio de 2,5 euros/kilo, lo que significa que una inversión de 300.000 euros se puede amortizar en poco tiempo, en apenas un par de años.

Rafael OrdásEn España solo hay una empresa que realice esta actividad, Granjas Piscícolas del Sur, que un invernadero del interior de Córdoba cría tilapia desde 2013. Su gerente, Rafael Ordás, explicó que “año tras año hemos duplicado nuestra producción, que este año se situará en 40 toneladas”. Corroboró que la cotización de este pescado va en aumentando, de modo que en 2013 se situaba en 7,5 euros y en 2014 estaba ya en 9,6 euros/kilo.

La ventaja competitiva que tiene Almería respecto a Escocia y Polonia, lugares en los que se cultiva tilapia, está en el bajo coste que supone mantener el agua a la temperatura ideal para la cría de estos peces, los 28 grados. Según dijo Guadalupe López, responsable de proyectos de Tecnova, “en Almería la temperatura estaría en el rango óptimo durante el 75% del ciclo anual de cultivo”.

Guadalupe López, Tecnova

Guadalupe comenzó en 2008 a estudiar el invernadero perfecto dirigido a la acuicultura. Relató un proyecto actual que realiza Tecnova junto a la empresa de Pulpí NGS (New Growing System) para conjugar la cría de tenca y microalgas con la producción de tomate rama. En una de las imágenes se observa cómo los tomates irían en bandejas situadas a un metro de altura y por debajo los peces. Sus excrementos además servirían para reducir el consumo de fertilizantes. “El tomate es 100% ecológico, no se puede hacer ningún tratamiento porque afectaría a la salud de los peces”, dijo Guadalupe.

Proyecto NGS

Junto a NGS hay otra empresa, también asociada de Tecnova, que quiere innovar con un proyecto de acuoponía. Biosabor en sus nuevas instalaciones, que aún no han sido inauguradas, está diseñando un hatchery para reproducción de peces. Para que nos entendamos es como un semillero de plantas, pero para alevines que después serían engordados.

La jornada acabó con un showcooking en la cocina experimental de Tecnova. Allí el chef almeriense José Torrente deleitó a los presentes con tres recetas a base de verduras y tilapia.

show cooking

Alberto Urea, José Torrente y Luis Suanzes

Anuario Crítico de la Prensa de Almería 2014

presentación

Anoche la Casa de Las Mariposas de la capital almeriense acogió la presentación del Anuario Crítico de la Prensa 2014. Un lugar en el que los periodistas que en él participan hacen de blogueros, al menos por un día, y abordan asuntos de interés relacionados con Almería desde una perspectiva crítica y totalmente independiente, sin ataduras de ningún tipo. Esto es ya habitual en este blog, en realidad en cualquier blog que se precie de ser un blog.

Os dejo a continuación el artículo que escribí para este Anuario que se presentó anoche. Agradecer a Yolanda y al resto de compañeros de profesión que hayan querido contar conmigo para este nuevo volumen. El artículo con el que he colaborado ha sido abordado aquí en diversas ocasiones en los últimos tiempos, la nueva fiebre de construcción de fincas.

plano abierto

«Del boom inmobiliario al boom agrícola»

Lo vemos por toda España. Jóvenes plantaciones de almendros en Toledo y Córdoba, se duplican las hectáreas de patata en el campo de Cartagena, fincas de tomate de conserva para dar y regalar en Badajoz o toda una llanura de varios cientos de hectáreas con olivos recién puestos en el desierto de Tabernas. El patrón es el mismo: empresarios de la construcción y de otros sectores ajenos al agro que ahora meten su dinero en la agricultura, y grupos de inversión que entran en el campo esperando obtener grandes rentabilidades en poco tiempo. En el caso de la provincia de Almería esta nueva fiebre de los huevos de oro se centra en la construcción de más y más invernaderos.

Las estadísticas oficiales de la Administración autonómica de la campaña 2013/14 sitúan la superficie invernada en torno a las 30.000 hectáreas (ha). En los tiempos del boom inmobiliario, cuando muchos agricultores abandonaban sus tierras y el ladrillo parecía que en breve iba a convertirse en producto alimenticio, se bajó hasta las 26.000 ha. Parecía que se iba cuesta abajo y que habría una desbandada de productores y huida del invernadero. Pero una vez la crisis sacudió de ese espejismo, el terruño recobró su estatus de sector refugio. Regresaron los agricultores que se habían marchado, pero sobre todo los nuevos advenedizos fueron antiguas promotoras y constructoras inmobiliarias. Ahora las nuevas estructuras que éstas últimas han levantado hacen más grande el dibujo del mar de plástico. Estas recientes inversiones se reconocen porque suelen ser invernaderos mejor equipados, con una superficie no inferior a las tres hectáreas y con un modelo de negocio no familiar, que era la característica que distinguía al sistema agrícola almeriense hasta ahora. Este aluvión de nuevas fincas, que empezó hace cinco años y que ha sido en los últimos dos años cuando más se ha intensificado, se cuantifica en no menos de 4.000 nuevas hectáreas. Es muchísimo en un sector ya maduro. Nunca antes había habido tantos invernaderos. Cifra récord.

Comarca por comarca

En el campo de Níjar la superficie ha crecido en el último lustro alrededor de un 60%. En el Bajo Andarax, en la zona de Cuevas de los Medina, es sintomático que se denomine la zona como la nueva Tierras de Almería, en comparación con la ejidense. En Viator ya se permite la construcción de invernaderos (antes estaba prohibida, pero por la crisis se ha levantado esta restricción) y son innumerables los terrenos baldíos que ahora lucen esqueletos agrícolas por todo el extrarradio de la capital. En El Alquián y La Cañada también hay nuevas fincas.

Y en el Poniente, donde parecía que ya no cabían más explotaciones, la realidad ha demostrado que aún quedaba sitio. El Ejido es el municipio con más invernaderos por metro cuadrado de Europa (posiblemente del mundo). Se han recuperado casi la totalidad de las fincas abandonadas, y se han levantado otras muchas en terrenos vírgenes donde antes no había invernaderos. La Bahía de San Miguel, una idea faraónica que quería quitar más de medio millar de hectáreas invernadas para hacer grandes residenciales que atrajesen a 20.000 ricos de Europa, ha quedado en agua de borrajas. Los propietarios que soñaban hacerse ricos con la venta de sus terrenos ven que sus tierras vuelven a ser rústicas y que el único dinero que obtendrán será con la venta de sus hortalizas. En otras partes de El Ejido, donde se quería hacer un dibujo industrial y de servicios prohibiendo usos agrícolas, se ha tenido que dar un paso atrás para permitir hacer nuevos invernaderos, como única vía para sortear la crisis. Un ejemplo es la carretera de Almerimar.

En el resto de municipios del Poniente y de la Baja Alpujarra el invernadero está viviendo una segunda juventud. El caso de Roquetas de Mar es paradigmático porque aquí la superficie agrícola parecía abocada a desaparecer por la presión urbanística. Ahora todo ha cambiado. Se ha recuperado suelo agrícola y se han puesto en producción los invernaderos que los inmobiliarios proyectaban convertir en edificios.

Beneficiados y perjudicados

Las compañías constructoras de invernaderos se frotan las manos. Hace pocos años acudían a todas las ferias del sector nacionales y foráneas buscando internacionalizarse, ya que en Almería las reformas eran pocas y las estructuras de nuevo cuño escasísimas. Incluso esperaban como agua de mayo el anunciado ‘plan renove’, que en su día anunció el exconsejero Martín Soler y que nunca llegó. Pero ahora guardan silencio. Están trabajando y mucho. La fiebre agrícola les está dando lo que la Administración andaluza olvidó en algún cajón de Sevilla.

Si las empresas que levantan invernaderos son las grandes beneficiadas de este frenesí, ¿quiénes son los más perjudicados? Los agricultores, sobre todo, los más pequeños. Aquellos que mantienen el modelo familiar, que ahora tendrán que competir con el menor coste por kilo de empresarios grandes que logran mayores productividades y rendimientos con fincas más modernas. El gran temor para todos, grandes y pequeños, será la sobreproducción que se asoma a la vuelta de la esquina. Más oferta significa peores precios. Así que esta gallina también puede tener los días contados. Como el ladrillo.

plano cerrado

Plásticos contra el cambio climático

Lo positivo de la nueva oleada de invernaderos podría estar en el estudio llevado a cabo por el profesor almeriense Pablo Campra, a través de la Universidad de Berkley (EEUU), y que ha sido actualizado hace solo unos meses. Las cubiertas de plástico de los invernaderos almerienses han convertido a esta provincia en el único lugar del planeta en el que se ha constatado un descenso de la temperatura media, debido al efecto reflectancia de los invernaderos. Así que un incremento de la superficie invernada redundará a nivel local almeriense en un no recalentamiento de la temperatura de esta provincia.

Científicos norteamericanos, que han avalado las investigaciones de Campra, han propuesto encalar edificaciones y usar en los techos de algunas ciudades materiales que emulen el efecto albedo del plástico de invernadero para comprobar si dicha reflectancia del campo almeriense se puede trasladar a las urbes. La ciudad de Los Ángeles puede ser la primera en probarlo.

La agricultura del próximo milenio

robots

He querido titular así este post porque el día que las máquinas recolecten los pimientos y los tomates espero no estar para verlo. Pero ya se está trabajando para que así sea. Lo llaman progreso, innovación, el devenir de los tiempos, dicen. Cuando ocurra eso provincias enteras como Almería volverán a conocer lo que es la emigración en desbandada. No habrá trabajo en los almacenes para las personas del manipulado, pero tampoco en los invernaderos. Quizá tampoco haya agricultores. Lo más probable es que sean grandes empresarios que habrán invertido suculentas cantidades de dinero en una maquinaria que amortizarán más pronto que tarde y que les generará pingües ingresos. Se sentirán hombres de negocios. Pero ese día yo no lo veré. Antes me habré echado la mochila al hombro para recorrer este mundo en busca de una explicación humana a la locura del hombre.

otros robots

Como gran familia de lectores bien allegada os pido un poco de moderación antes de destripar la tecnología que os muestro en estas imágenes. Tened en cuenta que la gente de la Fundación Tecnova que me enseñó todo esto lo hizo con la mejor de las intenciones y no es cuestión de hacer comentarios críticos a la ligera. Por lo menos que estén argumentados. Más que nada porque de lo contrario no habrá una segunda vez, je,je,je. Lo digo con cierto humor inglés. Las dos primeras imágenes son de robots diseñados para labores de confeccionado de género, pero también los hay para recolectar las hortalizas sin necesidad de una mano humana. De hecho, una entidad holandesa, en colaboración con Tecnova, está estudiando esto. Pero ojo, es algo a largo plazo.

Por desgracia las máquinas que sí tendrían que funcionar en Almería y que no hay manera de que arranquen son las de IV y V gama. La Fundación de la Industria Auxiliar, Tecnova, tiene en sus modernas instalaciones del PITA, Parque Científico-Tecnológico de Almería, una planta piloto dedicada a la investigación en este tipo de alimentos procesados. La idea es que las empresas puedan hacer pruebas aquí antes de embarcarse en un proyecto que quizá no llegue a buen puerto. Me viene ahora a la memoria la fábrica de IV gama de La Unión, cerrada; y la de V gama de las cooperativas de Alcoex, también finiquitada. Pues para que no pase eso, de algún modo se pueden dar esos pasos previos en esta planta de experimentación.

IV y V gama

Diego Teruel, encargado del área de negocio de Tecnova, hizo de guía en el pequeño grupo en el que recorrí las instalaciones. Una de las salas que más me sorprendió fue la cocina experimental. Su planteamiento es muy sencillo: somos productores y exportadores de frutas y verduras, ¿por qué no cocinamos en la propia zona de producción nuestros artículos, las nuevas variedades, sus texturas, sabores, aplicaciones culinarias, etc para poder adelantarnos a las tendencias del mercado y a los gustos del consumidor? Es la primera cocina de este tipo que hay en Andalucía, aunque en Murcia, Cataluña y el País Vasco hay otras similares promovidas por otros centros tecnológicos.

cocina experimental

También me resultó de especial interés el fitotrón, que es un tipo de cámara climática capaz de reproducir en su interior las condiciones que se quiera de humedad, temperatura, radiación, horas de luz, oscilación térmica día/noche, etc. La foto no es nada espectacular, pero la incluyo para os hagáis una idea de la cámara. Aquí se prueban bichos nuevos, variedades hortícolas, fertilizantes o fitosanitarios.

sala fitotron

Y ya entramos en el capítulo de los laboratorios. No sé cuántos conté, no menos de cuatro. Son lo que más demanda genera. Laboratorios microbiológicos, químicos o de agroalimentaria para investigar todo lo relacionado con la poscosecha de los alimentos. Se me pasaba. También hay un laboratorio de plásticos para analizar, entre otras muchísimas cosas, la transmisión de la luz o la longevidad del film.

laboratorio

Precisamente el salto que ha dado en los últimos dos años Tecnova hacia el área de la tecnología de alimentos, leáse poscosecha, ha hecho que entren en su Fundación empresas de la comercialización. Hasta ahora representaba a la industria auxiliar, pero ha conseguido ampliar su radio de acción al sector hortofrutícola en su conjunto. Entre las últimas incorporaciones están Única Group y Agroponiente (la placa de ésta última aún no está puesta). Es fácil leer en este panel de patronos a empresas del comercio como Costa de Almería, Biosabor, Mercomotril o La Caña, entre otras.

panel patronos

Y ya que me iba del PITA, después de salir del edificio de Tecnova y pasar por el central (se llama Pitágoras) me topé con una gran mole en plena construcción. Se trata del edificio que acogerá las oficinas centrales de Cajamar a partir de febrero de 2015. Queda retratado.

sede Cajamar

Cuadrillas de rumanos levantando invernaderos. Estampas del campo. I

Recuerdo cuando hace unos pocos años era casi imposible ver levantar un invernadero nuevo. Eran los tiempos en los que la locura colectiva había llevado a pensar que estábamos a un solo paso de alimentarnos de ladrillos. Pero no. El sueño acabó en pesadilla y ahora el trance inmobiliario se ve como el epicentro de todos nuestros males. Sin serlo. Comentaba nuestro amigo Aeternum, en un post anterior sobre el cultivo de patata, que el hombre es el único animal capaz de tropezar en una misma piedra no una ni dos ni tres, sino enésimas veces… Ése sí que es el epicentro de todos nuestros males, la miopía para comprender que si especulamos mucho, ya no hay donde rascar.

almorzando

Me temo que el nuevo boom de construcción de invernaderos va por esos derroteros. Hemos pasado de la fiebre inmobiliaria a la fiebre por construir más fincas. No solo se arreglan las viejas, sino que los terrenos que quedaban baldíos se reconvierten en nuevas explotaciones de agricultura intensiva.

Todo con mesura en la vida. Ya lo decía Aristóteles, «en el justo medio está la virtud». Pero no, aquí aterrizan especuladores de la bolsa, inversores de otros países y antiguos ex-construcción de viviendas para meterse en el negocio agrícola y reventarlo. Están en su derecho, vivimos en un libre mercado; pero también estaban en su derecho los promotores que arruinaron a este país levantando viviendas y viviendas para que ahora las habiten los fantasmas. Esos son los únicos moradores de infinitas promociones vacías. Pero no queremos que ocurra lo mismo con la agricultura.

nueva finca

Hemos tenido un mal año de precios. Si seguimos aumentando la oferta, ¿qué nos cabe esperar de los próximos ejercicios agrícolas?

¿Quién pone un poco de cerebro a todo esto? La agricultura es la más noble de las profesiones, ya lo decían los filósofos clásicos, es un oficio para vivir, pero no para enriquecerse. Si se cruza esa línea, se está a merced del mundo más salvaje. No hay ética ni moral, solo precio, precio y precio.

Ilustro estos comentarios con unas imágenes que tomé recientemente de una cuadrilla de rumanos, que habían parado durante el rato del mediodía para almorzar. Estaban levantando un invernadero en Santa Mª del Águila (El Ejido).

desde la balsa

El capital es irracional: invernaderos en mitad del desierto y otros mirando a Canadá, ¿es eso lo que queremos?

Lleva días circulando por las redes sociales esta fotografía, que voy a titular ‘Invernadero de cemento y sin agricultores’, perteneciente a una estructura de altísima tecnología situada en Míchigan, al norte de Estados Unidos, cerca de Canadá. La imagen está en el facebook de ‘Agrónomos por el Mundo’, pero también pulula en twitter. Son miles de personas las que ya la han visto y compartido. Navegando por Internet me he tropezado con un debate en un foro en el que aparecía la foto. La mayoría de los comentaristas eran detractores, pero también había algún que otro defensor de este modelo de agricultura, ¿realmente parece agricultura? Si os fijáis no se ve ni un trozo de tierra y casi es testimonial la presencia del ser humano, que se reduce a ir subido en un carrito para recoger tomates como un robot.

Imagen

No he participado en el improvisado debate, pero he tomado buena nota de lo que allí se decía. El máximo defensor del tipo de invernadero que se observa en la imagen superior era un empresario español que lo aplaudía argumentando que ese modelo es inevitable para no pasar hambre en el mundo. Ponía el ejemplo del maíz: o se manipula genéticamente o no se come. Personalmente no estoy de acuerdo. También decía este señor (su nombre no es importante, sino la corriente de pensamiento que representa, cada vez más extendida) que en Francia había visto aún mejores estructuras “con cogeneración, recuperación de drenaje, reutilización, mezcla de agua, etc. Llevo muchos años instalando alta tecnología con control del ambiente por DPV, DX etc, y pienso que las grandes urbes no dejan tierras para labor, por lo que hay que producir lo máximo por metro cuadrado”. Hasta ahí bien. No deja de ser una opinión, tan respetable como las demás. Sin embargo, luego ha tocado otra cuestión más sensible, en la que su opinión tiene otras connotaciones políticas.

“La foto de mi perfil es en el desierto del Sahara, concretamente en Dajla (250 kms de la frontera de Mauritania) al ser el suelo fondo marino el cultivo es en lana de roca, este tomate cherry ganó en Europa el premio a la calidad y sabor, si no fuera por la tecnología instalada no se produciría nada y no se crearían 600 puestos de trabajo”.Este simple comentario tiene más información de la que se ha escrito jamás en prensa sobre los invernaderos ilegales construidos por capital extranjero en el antiguo Sahara Español. Dajla o Dakhla es la capital de este territorio saharaui, llamada Villa Cisneros en época española. Dice la ONU que hasta que no se resuelva el problema del Sahara Occidental y se celebre un referéndum no se pueden explotar los recursos de esta zona situada entre Mauritania y Marruecos, y menos cuando el beneficio no es para la población saharaui. Según el Observatorio de los Recursos Naturales del Sahara, esos puestos de trabajo (los 600 a los que se refería el internauta) van destinados a colonos traídos de Marruecos para marroquinizar toda esta tierra y así Rabat anexionársela de facto, sin necesidad de referéndum alguno. Pero ya sabemos que Naciones Unidas pinta menos que ‘Pepe leches’. (…) Hay aún más sustancia que contextualizar. Hace varios años tuve que tragarme todos los discursos que hubo en la comisión de agricultura del Parlamento Europeo en la que se debatía si volver a firmar o no el acuerdo comercial entre la Unión Europea y Marruecos, el llamado ‘tratado del tomate’. Todo era un teatrillo porque los propios eurodiputados decían no saber si había o no invernaderos en suelo saharaui. ¡Pues claro que los había y los hay, señores de Bruselas! Hasta les dieron un premio a los tomates que allí se cultivan. Eso sí, los euroburócratas no se preocuparon en enviar allí a una comisión independiente que evaluase sobre el terreno esto que cuento porque entonces el convenio comercial euro-alauí habría estallado por los aires. Muestra de ello es que en algunos países escandinavos está vetada la entrada de tomate que se produzca en territorio saharaui.

¿De dónde os pensáis que es la siguiente fotografía?

Imagen

Luego, en el foro del que estoy hablando, le preguntó otra persona a esta ‘garganta profunda’ sobre los salarios que cobran esos 600 trabajadores. Y esto contestó: “Lo que estipula la ley y por lo menos les da para comer, ¿sabes? He tenido el privilegio de vivir en estos países y te diré que se come por 2€ una excelente y sana comida, no entremos en demagogias baratas…”.

Finalmente este señor, que posiblemente a partir de ahora se cuidará más de lo que confiesa en redes sociales, acabó su participación en el debate con lo siguiente: “Pues yo he instalado en Senegal, Angola, Cabo Verde, Mauritania, Marruecos y ahora con la empresa para la que trabajo producimos 300 has de sandía y melón en Senegal, llevo en el continente africano más de 15 años, los primeros cultivos hidropónicos (melón) los hice yo en el Sahara y sé de lo que hablo, no es lo mismo ir de visita que convivir años…”. A continuación otro internauta le criticó su actitud, a lo que respondió: “No me ha ido nada bien ya que he tenido que cerrar mis empresas y parar a toda mi gente y trabajar de técnico para una gran empresa…”.

Y digo yo, si le ha ido mal, ¿por qué defiende con ese orgullo el paso de una agricultura familiar a otra industrial? Supongo que porque ahora quien le da de comer es una multinacional que levanta macroestructuras por todo el planeta.

Quiero concluir con otra foto de ‘Agrónomos por el Mundo’ de un invernadero de tomate en Lutherstadt Wittenberg, Alemania. Siempre defenderé la innovación, la I+D+i, la tecnología y todo aquello que suponga un plusvalor y una mejora significativa de las condiciones de trabajo, de los rendimientos para el productor y de la calidad y seguridad para el consumidor. Pero con cabeza. Con mesura. Y respetando el medio ambiente. Sin embargo, hay algunos elementos en las tres fotografías que no responden a estos condicionantes. Si el capital es irracional, pongamos las personas sensatez.

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Invernaderos de alta tecnología

Desde que publiqué el mes pasado el reportaje sobre Natural Growers, una finca de alta tecnología situada en Retamar (Almería) y que ha sido reconocida por la certificadora NSF como la mejor explotación hortofrutícola del continente, han sido varios los lectores que me habéis invitado a conocer proyectos similares. Uno de ellos es Andrés Navarro, director de Filclair España. Filclair es una compañía francesa asentada en distintos continentes y que construye invernaderos – llave en mano – de alta tecnología por todo el mundo. Andrés se dedica al continente americano, donde pasa gran parte del año, aunque os puedo asegurar que el café que nos tomamos fue en Las Norias (El Ejido, Almería) y no en la República Dominicana. Nombro este país porque la fotografía de abajo en la que aparece Andrés está tomada en esa isla caribeña en un invernadero de pimiento levantado por Filclair.

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Navarro me explica lo difícil que es concienciar a algunos productores españoles de la importancia de dar el salto a la alta tecnología para poder ser competitivos de cara al futuro. Le respondo que no todo el mundo tiene capacidad adquisitiva para dar ese salto y hacer la inversión necesaria. En todo caso lo pueden hacer los empresarios agrícolas y no los agricultores porque en el modelo actual conviven ambos y no son lo mismo.

Andrés Navarro me describe cómo sería un invernadero adaptado a nuestra condiciones en el que se pueda hacer un buen control del clima a un precio lo más asequible posible. Según él, habría que descartar el ‘raspa y amagado’ para irse a un multitúnel con calefacción por mangueras. Se evitaría así la bajada de temperaturas nocturnas, los picos, y se eliminaría la humedad.

Invernaderos de un mínimo de 6 metros bajo canal para lograr un mejor microclima interior y así amortiguar las temperaturas más altas y bajas. Doble ventana cenital para la ventilación más intercambio de CO2.

Me comenta que en la República Dominicana se logran fácilmente con estas estructuras producciones de tomate de 30 a 40 kilos por metro cuadrado, en pimiento entre 15 y 18 kilos, y en pepino entre 40 y 50 kilos. En México las productividades que me describe son aún mayores. ¿Serán los invernaderos del futuro? ¿O solo estarán al alcance de aquellos que en la agricultura sean como el Real Madrid y el Barcelona?

La imagen de abajo es de un proyecto de Filclair en México.

Imagen

High-tech greenhouses

Since I published my report about Natural Growers, a hight-tech greenhouse located at Retamar and which has been recognized by the NSF as the best exploitation of fruit horticulture on the continent, there have been several readers who have invited me to know similar projects. One of them is Andrés Navarro, CEO of Filclair Spain. Filclair is a french company based on different continents and which builts high-tech greenhouses –turn key- all over the world. Andrés is in charge of America, where he spends most of the year, although I can guarantee we had a coffee in Las Norias and not in Dominican Republic. I mention this country because in the photo below where Andrés appears, it has been taken in that Caribbean island in a greenhouse with peppers which has been built by Filclair.

He explains to me how difficult it’s to make some of the growers aware of the great importance of jumping into high-tech in order to be competitive in the future. I reply to him that not all the people have the purchasing power to do it and make the due investment. In any case, the agriculture businessmen can afford it and not the growers because they live together in the current model and they are not the same.

Andres describe to me how a greenhouse adapted to our conditions could be, in which a good management of the climate at an affordable price would be possible. According to him, we would have to rule out the «raspa y amagado» and look to a multitunel with heating by hoses. We would avoid the temperature drop during the nights, the peaks and the moisture would be eliminated.

Greenhouses with a minimun of 6 meters under channe to get a better internal microclimate in order to cushion the higher and lower temperatures. Double window for the ventilation and more exchanging of CO2.

He comments to me that in Dominican Republican they can produce between 30 and 40 kilograms of tomatoes per square meter, peppers between 15 and 18 kilograms and cucumber between 40 and 50 kilograms with these models. He also comments the same yields for the Mexico. Would these greenhouses be the future? Could anyone afford to acquise one or just those who are the Barca and Real Madrid in agriculture?

The photo below is from a Filclair project in Mexico.