El Día de Holanda en Almería tradicionalmente ha dado muchos titulares a la prensa. Me viene a la cabeza el año que vinieron a vender su modelo energético y poco después se intentó importar la cogeneración a nuestra tierra, resultando el mayor de los fracasos. También fue notoria la edición en la que pusieron sobre la mesa sus altísimos rendimientos por metro cuadrado y a partir de entonces más de uno en Almería pensó que lo único importante era sacar kilos y más kilos. Y aún seguimos con esa idea. Por tanto, habría que reconocer la influencia de este evento anual, ya que por ejemplo la fiebre de las productividades – como la quimera del oro – sigue hoy día pululando en el debate hortofrutícola almeriense como el reto a superar lo antes posible. Pero en esta ocasión la delegación empresarial e institucional de los Países Bajos no ha venido a Almería a dar lecciones, sino a ofrecerse en matrimonio.
La dosis de humildad que requiere tan evidente cambio de actitud es enorme. Los representantes del vecino del norte presentes en Almería estos días ya no miraban por encima del hombro, sino que observaban a los ojos, ya que la perspectiva de tener enfrente a un igual se traduce en esa inclinación horizontal de la mirada.
Y se puede edulcorar de mil formas: colaboración, búsqueda de sinergias, aliados, nuevos socios… se puede llamar como cada uno quiera, pero detrás del lema “juntos podemos” o de frases tipo “unidos somos más fuertes” (traducción al español) lanzadas desde la tribuna por los oradores holandeses se evidencia un deseo de unirse en matrimonio empresarial. Y a tenor de la respuesta del presidente de la Cámara de Comercio de Almería, Diego Martínez Cano, que clausuró la jornada asegurando que es mejor ser socios que competidores está claro que la petición de mano fue aceptada.
Esta declaración de intenciones de unir como aliados a quienes son competidores vino justificada por la situación de crisis que vive en la actualidad el agricultor de invernadero holandés. Distintos intervinientes neerlandeses lo reconocieron. Una muestra – entiendo – de poner sobre la mesa parte de la baraja al descubierto, en un ejercicio de honestidad. Reconocieron estar en una situación complicada, incluso de peligro de caída. Y antes de hincar la rodilla, propusieron intercambiar alianzas porque el enemigo no es el productor de otro país europeo, sino la cadena de distribución. Fue la conclusión final que se expresó con palabras muy similares a las descritas por mí ahora. Así que la pelota estaría en este momento en el tejado de los empresarios españoles, en general, y los almerienses, en particular.
Nuevas entidades
El evento fue intenso en lo informativo. Se presentó una nueva organización creada este pasado mes de agosto y que en los próximos días será presentada ante el Ministerio holandés de Agricultura. La Branche Organisation (BO) conformada por varios miembros (FPC, LTO y NFO) y que tendrá por objetivo cooperar en la cadena agroalimentaria.
Esta nueva organización se suma a Fresh Produce Center, fundada el pasado año para reactivar al sector, y que reúne a la comercialización a través de Frugi Venta y a la producción holandesa, a través de DPA. Fresh Produce Center recoge el testigo de la anterior entidad que representaba al sector, la Horticultural Board, que desapareció hace dos años.
Fresh Produce Center aborda cuestiones de seguridad alimentaria, marketing y estadísticas, alimentación, logística y nuevas tecnologías. A partir del 1 de enero de 2016 se plantea ser interlocutor ante Bruselas de cuestiones hortofrutícolas.
¿Hablamos de barcos?
El último ponente tuvo la deferencia de hablar en español, ya que tiene un contacto próximo con la lengua de Cervantes. Henny Endenburg, propietario de la naviera Alveïs-Shipping Ibérica adelantó que el próximo 12 de noviembre saldrá el primer barco de una nueva línea marítima que unirá Almería con el norte de Europa.
Contenedores con hortalizas frescas desde el puerto almeriense rumbo a otros puertos de Holanda e Inglaterra. ¿Cuántas veces hemos leído y escuchado algo similar? Demasiadas veces, así que la experiencia vivida hasta ahora aconseja dejar en suspenso cualquier proyecto de transporte de perecederos por barco. El hundimiento del mercante que ha ocurrido siempre, metafóricamente hablando, obliga a usar la prudencia, salvo que se quiera caer en la tentación de vender humo. Algo por desgracia muy habitual cuando se pretende un buen titular.